Cuando abordamos la práctica de Flores & Prats rápidamente pensamos en su trabajo a mano, tanto en sus precisos dibujos como detalladas maquetas. Un trabajo que no solo "valora el tiempo invertido y acumulado como una cualidad y no como un defecto", sino como una interesante aproximación hacia un pensamiento que está pendiente de los procesos, las atenciones y lo inesperado. (En este sentido recuerdo lo pertinente de leer sobre como dibujar un bosque de árboles, entre otras cosas, en los escritos de "Las tardes de dibujo en el estudio Miralles & Pinós").
Realizamos una entrevista por escrito a la distancia con el estudio de Eva Prats y Ricardo Flores por estos motivos; indagar un poco más sobre sus reflexiones en torno al rol del dibujo en la representación de arquitectura. Sus observaciones nos dejan en clara evidencia el porqué de sus decisiones, señalando no solo cómo lidian con los tiempos contemporáneos, sino su relación con la construcción entre otras recomendaciones.
Fabián Dejtiar: ¿Qué los inspiró a seguir este camino de representación de arquitectura?
Flores & Prats: Primero con Enric Miralles y luego en nuestro propio estudio, fuimos desarrollando una confianza en el dibujo como la disciplina que nos permite incorporar en un mismo plano de trabajo las múltiples dimensiones de la realidad. El contacto con los planos es el centro del estudio, y se mezclan con las maquetas y las obras: el dibujo con el pensamiento que los produce, con los materiales que él mismo produce y con la construcción.
Como herramienta de observación y registro del tiempo, nuestro trabajo en edificios antiguos como la Sala Beckett, el Casal Balaguer o el Museo de los Molinos nos ha permitido investigar las posibilidades del dibujo de superponer diferentes épocas en un mismo documento, haciéndolas convivir. Transformando unas cosas en otras, los dibujos y después las obras no dejan entrever qué había antes y que vino después, sino que evidencian un pensamiento continuo que va hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, borrando distancias físicas y temporales.
En cambio trabajos de fuerte participación vecinal, como la Plaza Pio XII o el Edificio 111, fueron ocasiones de incorporar las voces de muchos interlocutores en un sólo plano de trabajo. En esta manera de trabajar, a favor de una arquitectura inclusiva que pueda incorporar opiniones y conocimientos muy diversos, el dibujo es el que nos ha dado la libertad para hacer caber todo eso en una misma hoja de papel.
También en nuestras actividades académicas, en Barcelona o en otras universidades, el dibujo está en el centro del trabajo, el dibujo a mano como manera de avanzar el pensamiento a la vista de los demás. En este sentido, las mesas de la escuela se parecen a las de nuestro estudio, donde el dibujo es una herramienta que permite la duda, que hace visibles las dificultades de avanzar pero al mismo tiempo permite avanzar, precisamente al hacerlas visibles.
FD: Enric Miralles...
F&P: Nuestra formación en su estudio fue una escuela (Eva Prats trabajó con Carme Pinós y Enric Miralles de 1985 a 1990 y con Enric Miralles de 1991 a 1994. Ricardo Flores trabajó con Enric Miralles de 1993 a 1998). Pasábamos las horas dibujando, al principio pasando a tinta sus dibujos a lápiz, luego con los años, desarrollando las propuestas. A pesar de que los dibujos que producíamos aparentaban una gran libertad y espontaneidad, eran el resultado de un proceso lento, cargado de pausas y con una gran atención a cada línea. Allí aprendimos a dibujar a mano de manera muy precisa ideas inacabadas, algo muy útil para avanzar los proyectos. Hoy es una disciplina que está en el centro de nuestro trabajo, en la escuela y en nuestro estudio.
FD: ¿Cómo lidian con los tiempos respecto a esto, a partir de la velocidad que demanda nuestra disciplina en la actualidad?
F&P: Procuramos no dejarnos arrastrar por las prisas, a pesar de que es algo que siempre está presente en esta disciplina. Es la manera de poder trabajar lo suficiente para conseguir hacer aparecer algo nuevo en cada trabajo, de no dejar ir el proyecto hasta que tiene algo bueno que ofrecer.
Creemos en la incorporación de tiempo como otra dimensión que mejora y va dando densidad y peso a las soluciones. Nos permite incorporar los clientes, el azar, otras experiencias y recuerdos que van apareciendo de manera no forzada, sino con naturalidad. Por eso nos preocupa conseguir tiempo para desarrollar los proyectos más allá de las circunstancias concretas que han iniciado el encargo, estirando el tiempo que va entre los primeros dibujos y el final de la construcción como el lugar donde podemos investigar y probar distintos intereses que el proyecto atrapa dentro. Esto nos permite incorporar, también, el proceso como un material con valor en sí mismo, capaz de explicar el proyecto completo a través suyo.
FD: ¿Consideran que sus dibujos son un diseño/proyecto en sí mismo?
F&P: Muchas veces nos planteamos dibujos que puedan explicar de forma completa un aspecto del proyecto. Identificamos algún asunto que nos interesa y que el proyecto ha desarrollado, y que puede extraerse del resto del proyecto y funcionar de forma independiente. Esta manera de ver el trabajo del estudio, identificando conceptos o ideas dentro de los proyectos, permite reconocer temas que aparecen y vuelven a aparecer cambiados de forma, de escala o de función.
Pero estos dibujos, como las ideas que los producen, son necesariamente fragmentarios, inacabados, y la dificultad está entonces en definir los límites del pensamiento que lo ha provocado, parando de dibujar donde comienzas a alejarte de la idea central, del objetivo inicial.
FD: ¿Cómo abordan la transición entre el dibujo y la obra construida?
F&P: Dibujamos con la responsabilidad de construir. El dibujo es comunicación, en todas sus diferentes fases del proyecto. Primero comunica observaciones e intenciones, pero enseguida se cuela en el pensamiento esta responsabilidad de la construcción y los dibujos van cambiando de escala e incorporando los materiales de construcción con sus gruesos y sus uniones entre ellos.
Dibujamos con la responsabilidad de construir.
El documento que habla de este tema se convierte en una carta al constructor, y en ellos dejamos dibujado y escrito todos nuestros pensamientos gráficos sobre un asunto muy concreto. La definición precisa de la geometría es fundamental, y es un trabajo paciente, desarrollado en el estudio. Definir exactamente con reglas geométricas los elementos a construir permite reducir al mínimo las posibilidades de invención e interpretación del albañil que está a cargo de llevar adelante la construcción. Con esos dibujos, planos con las cotas necesarias, ayudamos a replantear nuestras ideas en obra. Extendemos cuerdas, reglas, triángulos, fabricamos compases, para poder dibujar el proyecto con la misma precisión que en nuestras mesas de trabajo. Esos dibujos fijan en la obra lo que antes hemos pensado en el estudio. Las herramientas de medición y dibujo que se utilizan en la obra son equivalentes a aquellas que usamos en nuestras mesas de dibujo.
FD: ¿Alguna recomendación para los interesados en ir por su mismo camino? ¿y a las nuevas generaciones que trabajan más con herramientas digitales?
F&P: Animaríamos a todo el mundo a no dejar de lado el trabajo a mano. La mano puede seguir tu aleatoriedad, el AutoCad es técnico, te pide mediciones. Así que dibujar a mano es mucho más fluido, tu cabeza está pensando cosas y tu mano la va siguiendo. A veces la cabeza piensa otras cosas y la mano salta con tus pensamientos. Esto te ayuda: puedes distraerte y comenzar a dibujar otras partes del proyecto. La mano sigue, no pregunta. Entonces, lo inesperado puede aparecer con facilidad.
En el aula y en el estudio hablamos mucho de la capacidad del dibujo a mano para permitir que el tiempo entre a participar de lo que estamos dibujando. Pero esto sólo es posible a través de un proceso de trabajo que valora la inefectividad y el tiempo acumulado como una cualidad y no como un defecto. No nos interesa la velocidad y la efectividad, sobre todo en los años de formación en la universidad, sino aprender a incorporar la duda, la incertidumbre y el azar como parte del proceso creativo, el tiempo lento del dibujo a mano que hace visible nuestro pensamiento y nuestros diversos intereses.
Con los estudiantes dibujamos todo el año, para observar antiguas cartografías, para observar la realidad de la calle, para documentar información que en su origen no era gráfica, para pasarnos información... el dibujo es un lenguaje durante todo el curso, y es a mano. Nos funciona mejor para comunicar y para tener sesiones en el aula donde se ve claramente qué pasa en las mesas: las grandes hojas de papel son más públicas que cualquier pantalla, las dudas quedan a la vista, los puntos difíciles quedan llenos de grafito…
